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Microbiota y cáncer: La influencia invisible en la salud y la enfermedad
La microbiota intestinal es un ecosistema complejo formado por una variedad de microorganismos como bacterias, virus, hongos, arqueas y protozoos, que habitan en simbiosis con el cuerpo humano. Este conjunto de organismos no solo facilita la digestión y absorción de nutrientes, sino que desempeña un papel crucial en la regulación del sistema inmunológico, la producción de vitaminas y otros metabolitos esenciales, y la protección contra agentes patógenos que pueden desencadenar enfermedades.
Cuando la microbiota está equilibrada, sus funciones son altamente beneficiosas para la salud general. Por ejemplo, las bacterias intestinales producen ácidos grasos de cadena corta como el butirato, que no solo alimentan las células del colon, sino que también tienen propiedades antiinflamatorias. De igual manera, este equilibrio microbiano colabora en la maduración del sistema inmunológico, ayudando a mantener las defensas naturales del cuerpo activas y eficientes, y previene que organismos dañinos se adhieran al tracto intestinal.
Sin embargo, cuando factores externos alteran este equilibrio, como una dieta rica en alimentos ultraprocesados, el sedentarismo, el estrés crónico, el uso innecesario de antibióticos o la exposición a contaminantes ambientales, se puede desencadenar un fenómeno conocido como disbiosis. La disbiosis describe el desequilibrio en la composición de la microbiota intestinal, donde ciertos microorganismos patógenos o desequilibrados proliferan a expensas de los beneficiosos. Este desequilibrio está asociado con un aumento en la inflamación crónica de bajo grado, que a largo plazo puede contribuir al desarrollo de enfermedades crónicas como las enfermedades autoinmunes, problemas metabólicos, trastornos digestivos e incluso cáncer.
El vínculo entre microbiota, estrés oxidativo e inflamación crónica en el desarrollo del cáncer
El estrés oxidativo y la inflamación crónica son factores interrelacionados que desempeñan un papel fundamental en el desarrollo del cáncer. Estos procesos no solo afectan a las células del cuerpo, sino que también se ven fuertemente modulados por el estado de la microbiota intestinal. Un desequilibrio en la composición microbiana puede desencadenar una serie de reacciones que alteran el entorno intestinal, incrementando la producción de especies reactivas de oxígeno (ROS), aumentando así la inflamación.
La disbiosis intestinal contribuye al estrés oxidativo al alterar la función normal de las células inmunitarias y promover la liberación de moléculas inflamatorias. Esta inflamación crónica de bajo grado, que suele estar presente en condiciones como la obesidad, la resistencia a la insulina, la dieta y el estilo de vida poco saludable, daña las células, los tejidos y el ADN, creando un entorno propicio para el desarrollo de tumores. Además, el daño celular acumulado por el estrés oxidativo puede provocar mutaciones genéticas que favorecen la formación de células cancerígenas.
Estudios recientes han mostrado que ciertos microorganismos intestinales, como Escherichia coli productora de colibactina, son capaces de inducir roturas en el ADN, lo que aumenta la probabilidad de alteraciones genéticas asociadas al cáncer, especialmente en el tracto gastrointestinal. Estos efectos no se limitan al intestino; el desequilibrio microbiano también tiene implicaciones en otros órganos, como el hígado y los pulmones, donde la alteración de la microbiota puede contribuir al desarrollo de cánceres específicos.
"El estrés oxidativo y la inflamación crónica, modulados por la microbiota, son factores clave en el desarrollo del cáncer." |
Características de la microbiota en personas con cáncer
La microbiota intestinal de las personas con cáncer muestra patrones distintivos que pueden influir tanto en el desarrollo como en la progresión de la enfermedad. Se ha podido comprobar que un desequilibrio en la composición microbiana está asociado con varios tipos de cáncer, incluyendo cáncer colorrectal, de mama, de hígado y de pulmón. La alteración de la microbiota puede modificar la respuesta inmune del cuerpo, permitiendo que las células tumorales evadan el ataque del sistema inmunológico, un fenómeno crucial en la progresión del cáncer.
En las personas con cáncer, se observa una reducción en la diversidad microbiana, un marcador clave de disbiosis, y una sobreabundancia de ciertas bacterias patógenas, como Fusobacterium nucleatum en el cáncer colorrectal. Esta bacteria ha sido vinculada a la inducción de la inflamación crónica y la alteración de la respuesta inmunitaria, factores que favorecen la progresión tumoral. Además, algunas especies bacterianas pueden producir metabolitos que afectan la funcionalidad de las células inmunitarias y modifican el microambiente tumoral, creando un entorno que favorece el crecimiento de las células cancerígenas.
Por otro lado, en muchos tipos de cáncer, las personas muestran una disminución de bacterias beneficiosas, como Bifidobacterium y Lactobacillus, que tienen propiedades antiinflamatorias y moduladoras del sistema inmune. Esta disminución puede contribuir a un estado de inflamación crónica, favoreciendo la carcinogénesis. En el cáncer de mama, por ejemplo, estudios han identificado una correlación entre la alteración de la microbiota intestinal y un aumento en la expresión de ciertos genes asociados a la proliferación celular, lo que puede potenciar la formación de tumores.
Relación entre la microbiota y la eficacia de los tratamientos contra el cáncer
La relación entre la microbiota intestinal y la eficacia de los tratamientos oncológicos ha emergido como un área de investigación de gran relevancia en la medicina moderna. Diversos estudios han evidenciado que la composición y diversidad del microbioma pueden influir significativamente en la respuesta de los pacientes a terapias como la inmunoterapia y la quimioterapia.
Microbiota e Inmunoterapia
La inmunoterapia, especialmente los inhibidores de puntos de control inmunitarios, ha revolucionado el tratamiento de varios tipos de cáncer. Sin embargo, la eficacia de esta terapia varía entre los pacientes. Investigaciones han demostrado que una microbiota intestinal diversa y equilibrada está asociada con mejores respuestas a la inmunoterapia. Por ejemplo, un estudio publicado por el Instituto Nacional del Cáncer de EE. UU. encontró que pacientes con una abundancia de bacterias beneficiosas presentaron una mayor probabilidad de responder positivamente a los inhibidores de puntos de control. En contraste, aquellos con una menor diversidad microbiana mostraron respuestas menos favorables.
"La microbiota intestinal de las personas con cáncer muestra patrones distintivos, como una reducción en la diversidad microbiana y una sobreabundancia de bacterias patógenas." |
Además, se ha observado que ciertas bacterias específicas pueden potenciar la eficacia de la inmunoterapia. Por ejemplo, las especies del género Bacteroides, pertenecientes a los phyla Bacteroidetes y Proteobacteria, están asociadas con una mayor efectividad terapéutica y una reducción de efectos secundarios inflamatorios. Las especies de Bifidobacterium (B. breve, B. longum y B. adolescentis) también han mostrado incrementar la eficacia de los tratamientos anti-PD-L1. Asimismo, bacterias como Faecalibacterium prausnitzii, Bacteroides thetaiotaomicron, Holdeman filiformis y Dorea formicogenes se han identificado en pacientes que responden favorablemente a terapias como nivolumab y pembrolizumab (medicamentos inmunoterapéuticos), contribuyendo a la regulación de la inflamación y activación de células T.
Por otro lado, miembros de la familia Ruminococcus, más en concreto del género Clostridium destacan por aumentar la diversidad microbiana y potenciar la actividad de linfocitos T CD8+, esenciales en la destrucción de células tumorales. En particular, Akkermansia muciniphila es más abundante en pacientes que responden a tratamientos con anti-PD-1 y puede restaurar la respuesta inmunitaria en casos afectados por antibióticos. Por último, Enterococcus faecium ha demostrado mejorar las respuestas terapéuticas en humanos y modelos animales, especialmente en combinación con anti-PD-1 y anti-CTLA-4. Estas bacterias abren nuevas perspectivas para optimizar los tratamientos del cáncer modulando el microbioma intestinal.
Microbiota y Quimioterapia
La quimioterapia, uno de los pilares en el tratamiento del cáncer, también se ve influenciada por la composición microbiana del intestino. La microbiota puede afectar la farmacocinética de los agentes quimioterapéuticos, alterando su absorción, metabolismo y eficacia. Un estudio destacó que la diversidad microbiana influye en si un tumor crece, provoca inflamación o desarrolla mecanismos de escape inmunológico o resistencia, lo que puede impactar directamente en la eficacia de la quimioterapia.
"La composición y diversidad del microbioma influyen significativamente en la respuesta de los pacientes a terapias como la inmunoterapia y la quimioterapia." |
Claves para potenciar la microbiota en la prevención y manejo del cáncer
El mantenimiento de una microbiota saludable puede ser una herramienta poderosa en la prevención y el manejo del cáncer. Algunas estrategias clave incluyen:
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Dieta basada en alimentos “reales”
Una dieta basada en alimentos reales puede ser un pilar fundamental en la prevención y el tratamiento del cáncer. Una dieta rica en frutas, verduras, pescados y carnes de calidad, grasas saludables y especias antiinflamatorias como la cúrcuma y el jengibre puede ayudar a mantener el cuerpo en un estado óptimo. Estos alimentos, al ser ricos en antioxidantes, vitaminas y compuestos bioactivos, regulan los procesos metabólicos, equilibran las hormonas y reducen el riesgo de daño celular.
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Reducción de procesados y refinados
Evitar los ultraprocesados y los azúcares refinados es clave para prevenir alteraciones metabólicas que pueden favorecer el crecimiento celular descontrolado. Los ultraprocesados, ricos en aditivos, grasas trans y calorías vacías, promueven resistencia a la insulina y desequilibran el metabolismo. Por su parte, los azúcares refinados generan picos de glucosa que estimulan la liberación excesiva de insulina, creando un entorno favorable para el crecimiento de células tumorales, que utilizan la glucosa como fuente de energía.
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Consumo de Probióticos y Prebióticos
El cuidado de la microbiota intestinal a través de probióticos y prebióticos desempeña un papel crucial en la salud general y en el contexto del cáncer. Los probióticos, presentes en alimentos fermentados o suplementos, aportan bacterias beneficiosas que mejoran la función inmunológica. Por su parte, los prebióticos, presentes en alimentos como el ajo, la cebolla y los espárragos, promueven el crecimiento de bacterias saludables que producen compuestos protectores como los ácidos grasos de cadena corta. Este equilibrio intestinal puede apoyar tanto la prevención como la respuesta al tratamiento.
"Una dieta rica en antioxidantes, vitaminas y compuestos bioactivos puede regular los procesos metabólicos, equilibrar las hormonas y reducir el riesgo de daño celular." |
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Actividad Física
La actividad física regular desempeña un papel fundamental en la promoción de una microbiota diversa y equilibrada, lo que tiene implicaciones significativas en la prevención y el manejo del cáncer. El ejercicio modula el entorno intestinal, fomentando el crecimiento de bacterias beneficiosas que producen ácidos grasos de cadena corta, como el butirato, conocido por sus propiedades protectoras contra el desarrollo de tumores.
Además, el ejercicio contribuye a reducir la inflamación sistémica, mejora la función del sistema inmunológico y regula el metabolismo, factores clave en la relación entre microbiota y cáncer. Estudios muestran que personas activas tienden a tener un microbioma más resistente, lo que puede optimizar la respuesta a tratamientos oncológicos y mejorar la calidad de vida.
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Gestión del Estrés
El manejo del estrés es igual de importante, ya que el estrés crónico puede alterar la respuesta inmune y debilitar las defensas del cuerpo. Prácticas como la meditación, el yoga y el mindfulness son herramientas eficaces para reducir el estrés y mejorar la salud emocional y física. Estas actividades no solo calman la mente, sino que también impactan positivamente en el equilibrio del sistema nervioso y en el metabolismo. Incluso algo tan sencillo como pasar tiempo en contacto con la naturaleza puede mejorar marcadores de salud relacionados con el bienestar general.
Conclusión
La microbiota intestinal desempeña un papel central en la salud y la enfermedad, incluido el cáncer. Malos hábitos de alimentación y de vida pueden desembocar en una inflamación crónica de bajo grado, estrés oxidativo y desequilibrar este ecosistema, favoreciendo el desarrollo de procesos tumorales. Durante el tratamiento oncológico, cuidar la microbiota es también fundamental para minimizar los efectos secundarios y optimizar los resultados clínicos.
Adoptar una dieta saludable, reducir el estrés y adoptar hábitos beneficiosos son pasos esenciales para mantener un microbioma equilibrado, convirtiéndolo en un aliado poderoso en la lucha contra el cáncer.
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FUENTE:
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