Te preguntaste alguna vez por qué no podes dejar atrás ciertas conductas o patrones alimentarios? ¿Escuchaste alguna vez sobre el circuito de recompensa cerebral?
Empecemos de a poco: el circuito de recompensa es una parte del sistema nervioso central compuesto por las neuronas encargadas de hacernos sentir placer intenso o satisfacción. Este circuito, fue sumamente importante para nuestra supervivencia ya que favorecía la repetición de situaciones (relacionadas con la alimentación y la reproducción), que permitieron la perpetuación de nuestra especie en tiempos en los que predominaba la escasez y el peligro.
Los sistemas cerebrales de recompensa se ven activados ante la presencia de DOPAMINA y responden ante estímulos con CARGA EMOCIONAL. La dopamina es una hormona pero también es un neurotransmisor, es decir, una molécula que transmite la información entre las diferentes neuronas del cerebro y activa 5 tipos de receptores celulares. Se encuentra en las regiones del cerebro que regulan el movimiento, la EMOCION, la MOTIVACIÓN y los SENTIMIENTOS DE PLACER.
¿Qué problemas encontramos en la actualidad relacionados con la dopamina y que relación tienen estos con las adiciones?
Estamos sobre estimulados de tecnología, dejamos de comer alimentos reales y consumimos productos que alteran nuestros circuitos cerebrales y como si esto fuese poco… carecemos de vínculos reales. El mayor problema es que tanto el exceso como la deficiencia de esta sustancia química vital, son la causa de varias enfermedades y/o trastornos de la conducta.
Desde el punto de vista de la psicología cognitiva conductual, una adicción es una conducta que se dirige al placer o a la reducción de malestar y se manifiesta con un patrón que se compone de dos elementos:
- Un fallo recurrente en los mecanismos de control de la conducta.
- La realización de la conducta de forma repetitiva a pesar de conocer sus efectos negativos.
No solo debemos pensar en sustancias tóxicas cuando hablamos de adicciones, sino que existen diversas conductas que también se consideran como tales. Hoy en día, es muy frecuente escuchar hablar de “adicción a la comida”, “adicción a drogas (diversas)” y “adicción a las redes sociales”. Para algunas personas, comer compulsivamente es una forma de afrontar el estrés, la ansiedad y el dolor.
La regulación de la alimentación tiene que ver con un complejo sistema integrado por el sistema nervioso central que procesa información proveniente de diversos estímulos (externos visuales y olfativos), señales internas del tubo digestivo, características de los alimentos y sus nutrientes. Se trata de señales hormonales y metabólicas que intervienen en la saciación (proceso de tiempo que dura una comida específica y que determina el momento en que ella finaliza) y la saciedad (supresión de la sensación de hambre y de ingesta de alimento y el tiempo que dura este fenómeno). Estás señales pueden verse alteradas por cuestiones emocionales. Cuando el alimento es una vía para canalizar emociones estamos en problemas.
Algunas herramientas útiles para los que tienden a usar a los alimentos como ansioliticos pueden ser:
Comer sentados, con plato y cubiertos
Comer despacio
No comer y hacer tareas paralelamente
Crear un clima calmo a la hora de sentarse a comer
Sin embargo, muchas veces la gestión de nuestras emociones de forma autónoma no es suficiente y lo mejor es acudir a un profesional de la salud mental, que trabaje de forma integral junto con otros. Cuando el alimento se vuelve un recurso frecuente para evitar, tapar o calmar una emoción o situación, el espacio terapéutico nos convoca a preguntarnos por su significado y a hablarnos de forma compasiva. Detrás de estos mecanismos, hay mucho material para conocernos a nosotros mismos.
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hoyte ayudaré con los consejos que a mi me habría gustado tener cuando empecé, porque disfrutar de las festividades sin descuidar nuestra salud y objetivos es posible.